Rosa Gallardo: “Necesitamos transmitir todo el potencial del ingeniero agrónomo”

Rosa Gallardo: “Necesitamos transmitir todo el potencial del ingeniero agrónomo, con un perfil digital y polivalente”

Así se expresa la directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba, ante la falta de profesionales que vive el sector. El reto está en comunicar la polivalencia de la profesión; su vinculación  con las nuevas tecnologías y su actividad estratégica, cuyas aplicaciones van mucho más allá del ‘trabajo diario en el campo’.

Faltan ingenieros agrónomos. Este es el titular que desde hace unos años puede leerse en los periódicos generalistas y también en los especializados del sector. Y lo cierto es que hoy día no se cubren las necesidades de las empresas, pero podemos mirar el futuro con optimismo. “Hace seis años detectamos que las empresas necesitaban más ingenieros agrónomos, debido a la rápida evolución del sector y a la entrada de las nuevas tecnologías”, indica Rosa Gallardo, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETSIAM) de la Universidad de Córdoba (UCO). Un centro con 55 años de experiencia, que ha formado ya a más de 6.000 alumnos. “Nos dimos cuenta de que las organizaciones buscaban un profesional que no era exactamente el que estábamos formando, de modo que empezamos a trabajar conjuntamente para adaptarnos al perfil requerido: ingenieros versátiles y especializados, con sólidos conocimientos agronómicos y competencias digitales”, indica Gallardo.

Así fue como nació un máster específico en transformación digital, que fue “todo un éxito, con el cien por cien de ocupación”, afirma. A partir de ahí, la digitalización ha ido permeando en el resto de títulos ofertados en torno al sector agroalimentario. De este modo, podemos afirmar que nuestros jóvenes están preparados para enfrentarse a la agricultura del siglo XXI, que no se entiende ya sin el uso de drones, teledetección, sistemas predictivos, inteligencia artificial o Big Data.

 

Tendencia al alza, pero no suficiente

Con esta adaptación formativa a la realidad del sector comenzó hace seis años una tendencia creciente -aunque discreta-, de solicitudes para cursar el Grado de Ingeniero Agrónomo. Y hace dos años, se registró un “pico de interés”. “La buena noticia es que no sólo aumentó la cantidad, sino también la ‘calidad’ de los estudiantes, ya que el 40% de los que entran ahora en la Escuela lo hace con expedientes altos y una mayor vocación”, remarca Gallardo. Sin embargo, “todavía hay una falta de profesionales”. Por eso, “si vemos que continúa esta línea ascendente, estaríamos dispuestos a aumentar el número de plazas”, asegura la directora de la ETSIAM, quien se muestra “optimista” al respecto. Eso sí, señala que igual de importante es formar a los profesionales como capacitar al sector. “La agricultura será digital o no será”, concluye.

 

Acercar la profesión a la sociedad

Para Gallardo, el reto ahora mismo es “aumentar el número de jóvenes que apuesten por formarse en este sector, porque hay un desconocimiento absoluto y se sigue asociando a un perfil de hace 50 años”, expresa. “Estamos orgullosos de mantener una relación estrecha con el campo, pero hay que saber que la ingeniería agronómica abarca toda la cadena de valor alimentaria. Por eso, necesitamos dar a conocer la realidad de la profesión y hacer que resulte atractiva para los jóvenes”, afirma. Para ello, la Escuela ha reforzado su presencia en redes sociales, en eventos y, sobre todo, en institutos. La clave es que “sean los propios jóvenes, que ya ejercen como ingenieros agrónomos, quienes transmitan el valor de la profesión, relatando su experiencia; ellos son los mejores referentes”, asegura.

“Necesitamos comunicar que estamos ante una profesión muy polivalente, con niveles de empleabilidad altísimos, en un sector tan crucial como es el alimentario”. La idea es que estudiantes interesados en temas aparentemente alejados del sector, como la robótica, la biotecnología o el comercio exterior, contemplen la posibilidad de estudiar el grado de ingeniería agroalimentaria y aplicar estas disciplinas al sector agrícola. “Al final, esta profesión es el eslabón entre la actividad económica y los recursos naturales”, remarca.

 

El ingeniero agrónomo del siglo XXI

El ingeniero agrónomo de hoy día tiene que tener un perfil digital, lo que implica saber de IOT (Internet de las cosas), blockchain, así como de temas medioambientales, de biotecnología, cambio climático, políticas agrarias… pero también de construcción, diseño de maquinaria o procesos agroindustriales, según explica Rosa Gallardo. Se trata, en definitiva, de un profesional con una formación integral, capaz de enfrentarse a problemas tan complejos como el hambre, el cambio climático, la sostenibilidad, la gestión del agua o el despoblamiento.

En este contexto, uno de los grandes desafíos de la profesión en la actualidad es “conseguir una mayor producción, que sea sostenible y rentable”. “Tenemos que responder a unas necesidades de alimentación mundial en un contexto marcado por escasos recursos, condiciones climáticas difíciles y una enorme demanda de sostenibilidad en su dimensión social y ambiental. Todo ello, en medio de variables como la falta de lluvia, la invasión de Ucrania…”, detalla Gallardo. La tecnología, en este sentido, funciona como “un medio para llegar a la solución y no un fin”. Y en esta ecuación, la figura del ingeniero agrónomo resulta esencial, insiste.

 

Unión entre universidad, empresa y Administración

La alianza entre los centros formativos, organizaciones, colegios profesionales e instituciones son fundamentales para responder a la demanda de ingenieros agrónomos por parte de las empresas. Así lo asegura Gallardo, quien apuesta por una colaboración conjunta en la formación, capacitación e investigación dentro del sector.

En esta línea, la UCO ha impulsado diversas iniciativas colaborativas. Una de ellas es la que mantiene con TIMAC AGRO, mediante la ‘Cátedra de Innovación para una Nutrición Agraria Sostenible’, que permite abrir nuevas líneas de investigación en el ámbito de la nutrición vegetal eficiente. “Este tipo de sinergias nos posibilitan orientar nuestros trabajos fin de máster y prácticas a los intereses de la empresa”, apunta Gallardo.

Además, ha impulsado, de la mano del Ministerio de Agricultura, la creación de un Centro Nacional de Capacitación en competencias digitales, que ofrece herramientas para salvar la brecha digital a todos los integrantes de la cadena de valor del sector: agricultores, técnicos en industria…

 

Un 30% de presencia femenina

Al problema de falta de ingenieros agrónomos se suma el de la escasez de mujeres que se deciden por esa profesión. Una coyuntura que no sólo afecta la ingeniería agronómica, forestal y de monte, sino a todas las ingenierías. De hecho, “la ingeniería agronómica es la que más mujeres concita, un 30% entre todas las especialidades, aunque sigue siendo un porcentaje bajo”, admite Gallardo. Y explica que muchas veces existen “creencias limitantes y factores culturales” que llevan a algunas mujeres a pensar que no van a ser capaces de sacar adelante la formación. “Una idea errónea, que podría subsanarse con la educación adecuada desde edades tempranas”, comenta. En esta línea, se ha puesto en marcha un programa de la mano de la Real Academia de Ingeniería de la Mujer para fomentar la presencia femenina en el sector.

Hoy día contamos, en definitiva, con el gran reto de comunicar la realidad de la ingeniería agronómica, atendiendo a su versatilidad y valor estratégico. El objetivo es aumentar el número de jóvenes que deciden emprender la profesión, prestando especial atención al sector femenino. Con ello, daremos respuesta a la demanda de las empresas y, por ende, a los desafíos que presenta la agricultura del siglo XXI.