Francisco Rovira: “La digitalización es la base de la agricultura sostenible del futuro”
Sensores inteligentes, softwares y robots se convierten en los mejores aliados para asegurar unos procesos de producción más rentables y eficientes, y para hacer la agricultura más atractiva a los jóvenes.
La revolución de la agricultura 4.0 es ya una realidad inexorable en el sector. En un contexto en que necesitamos aumentar la producción de alimentos, con métodos sostenibles y también rentables, la digitalización de los procesos agrícolas se convierte en la mejor respuesta para perfeccionar el proceso de principio a fin, haciéndolo más económico y eficiente.
Sin duda, uno de los mayores logros que ha traído la agricultura 4.0 es la disponibilidad de sensores que captan datos sobre el cultivo de manera continua, y que pueden ser procesados rápidamente por técnicas de inteligencia artificial. A partir de ahí, podemos extraer conclusiones sobre el clima, la fenología, las plagas o el agua disponible en el suelo que servirán, a su vez, para crear los modelos predictivos que ayudarán al agricultor a tomar decisiones.
Así lo afirma Francisco Rovira, director del Laboratorio de Robótica Agrícola de la Universidad Politécnica de Valencia. “La agricultura basada en datos, con la ayuda de robots que incorporan técnicas de inteligencia artificial, sentará, probablemente, las bases de la agricultura sostenible del futuro”, manifiesta.
La agricultura de precisión aplicada al uso de fertilizantes
La Agricultura 4.0 se basa en los principios de la agricultura de precisión, dedicada a medir las características del cultivo y del suelo, teniendo en cuenta factores como el clima, para aplicar el mejor tratamiento en el lugar y en el momento preciso. Para ello, hace seguimientos por satélite, analiza un gran volumen de datos y pone a trabajar a máquinas inteligentes como los robots.
“Con la agricultura de precisión pasamos de utilizar una dosis única por parcela a aplicar una específica en cada zona de la finca. Si tenemos un mapa preciso, un receptor GPS fiable y un sistema de aplicación variable, es decir, una máquina inteligente que puede cambiar la dosis en tiempo real, conseguiremos una fertilización eficiente y, en consecuencia, un ahorro económico y medioambiental”, explica Rovira.
De este modo, nos acercamos además a los requerimientos de la legislación europea, que aboga por la reducción de estos insumos.
Sin embargo, aunque la dosificación variable se aplica de manera frecuente en extensivos, “tenemos todavía el reto de trasladarla al cultivo en intensivo, en horticultura y fruticultura. Su aplicación en el arbolado va retrasada, porque es menos común en términos globales de producción, y exige una mayor complicación al presentar los árboles mayor dificultad de acceso y frecuente oclusión de frutos”. Las imágenes aéreas sólo captan una fracción de la vegetación y un bajo porcentaje de los frutos, necesitando normalmente detección próxima y vehículos terrestres.
Los retos de la inteligencia artificial
Nacida en Estados Unidos en los años 50, la inteligencia artificial (IA) se ha revelado de gran utilidad, siempre que cuente con la información necesaria para extraer conclusiones. Por eso, cuanta más datos obtenga y más preciosos sean, mejor hará su labor.
“La IA nos ayuda, por ejemplo, a monitorizar el estrés hídrico en un viñedo y evaluar en tiempo real la transpiración o el vigor… pero también hay que tener en cuenta variables como la genética, por ejemplo, que son difíciles de encajar en una ecuación”, advierte Rovira. Por eso, los algoritmos de inteligencia artificial que se aplican con éxito en la vida cotidiana
no siempre son extrapolables al mundo agrícola.
“Estamos hablando de procesos biológicos muy complejos”, incide. “Si el algoritmo falla al recomendarte una película, no hay consecuencias reseñables. En cambio, si falla en una máquina agrícola puede ocasionar la destrucción de una cosecha… y por eso la robótica en este ámbito lleva retraso”, admite. “Ya hace décadas se hicieron demostraciones de tractores que conducen solos por la parcela, pero en este campo no se puede correr ningún riesgo… es un terreno mucho más complejo”.
Para el experto, uno de los retos más urgentes de los próximos años será conseguir una gama más amplia de sensores agronómicos no invasivos capaces de medir sobre la marcha, y que estos sensores se acoplen a plataformas y robots autónomos.
En cuanto a la inversión necesaria, depende mucho de las técnicas implementadas, pero se han dado casos en extensivo en que se ha recuperado en cuatro años, únicamente evitando el solape en la aplicación de productos con la asistencia de un receptor GPS… además, el coste de la tecnología disminuye con el tiempo”, concluye.
El avance de la tecnología vs el avance del conocimiento
La sofisticación de la tecnología avanza a un ritmo tan vertiginoso que es difícil de interiorizar por los usuarios, si bien es cierto que “todo está cambiando con la llegada de nuevas generaciones, que ya han conocido el ordenador desde su nacimiento”, señala Rovira.
Precisamente, TIMAC AGRO cuenta con la red de técnicos más sólida de España, cuya misión es asesorar a los agricultores para sacar el mejor rendimiento de sus explotaciones, apoyándose en una herramienta de inteligencia artificial, Farming UP!, que proporciona información privilegiada sobre los cultivos.
“La inteligencia artificial nos puede decir cómo evoluciona el mercado de los cítricos, pero la decisión estratégica final cuando uno se plantea plantar mandarinas siempre recaerá sobre el productor”, afirma Rovira. Por eso, “la digitalización nunca sustituirá a las personas; su misión es ayudar a la toma de decisiones y, en el caso de la robótica, desempeñar aquellas tareas repetitivas que nadie quiere hacer”, asegura.
La tecnología, la clave del relevo generacional
Según Rovira, nos enfrentamos a dos grandes retos en la agricultura: el envejecimiento de la población activa y la falta de mano de obra. En este escenario, los robots con funciones de IA son una solución factible al problema del relevo generacional porque, al modernizar la agricultura, la hacen más atractiva para los jóvenes”.
Por lo tanto, la mecanización potenciada con la digitalización, en palabras del experto, tiene tres funciones: “Reducir la dureza del trabajo físico, aumentar la productividad sostenible e incrementar la calidad, tanto del producto como de las condiciones del productor”.