Cómo evitar plagas de manera sostenible

Desde los inicios de la agricultura, evitar las pérdidas provocadas por plagas es clave para maximizar la cantidad y calidad de las cosechas. Tal es su impacto, que según FAO hasta el 40% de los cultivos alimentarios se pierden en el mundo cada año debido a plagas y enfermedades.

Factores como el aumento de temperaturas o precipitaciones favorecen el crecimiento de la mayoría de las especies, que prosperan si existe una fuente concentrada de alimento, y muchas de las prácticas que se utilizan para aumentar la productividad de los cultivos crean este tipo de ambiente favorable para su aparición.

Por ello, la preocupación por la protección de los cultivos forma parte del día a día de nuestra agricultura que durante años se ha centrado en el uso de productos fitosanitarios químicos. Sin embargo, la concienciación por la salud y la sostenibilidad ha llevado al sector a buscar alternativas y complementos que, de una manera más sostenible, ayudan a la controlar las pérdidas en sus cultivos.

 

Mecanismos de resistencia

De manera natural, las plantas han desarrollado mecanismos que le permiten hacer frente a las situaciones de estreses bióticos o abióticos. Es conocido que las plantas poseen ciertos mecanismos pasivos de resistencia que les ayudan a tolerar ciertos niveles de estrés. Entre ellos, encontramos capas gruesas de cutícula, formación de cera o el grosor de la pared celular, así como la acumulación de ciertos compuestos como taninos o alcaloides.

Por otra parte, las plantas son capaces de inducir mecanismos de defensa activos como respuesta a un ataque de herbívoros o patógenos, promoviendo una cascada de señales que origina una respuesta sistémica de la planta para detener, reducir o contrarrestar los daños.

Dentro de esta respuesta, distinguimos la Resistencia Sistémica Adquirida (SAR, por sus siglas en inglés) y la Resistencia Sistémica Inducida (SIR).

  • SAR (Sistemic Acquired Resistance o de Resistencia Sistémica Adquirida): protege a la planta de una infección o ataque externo gracias a un sistema de respuestas de defensas dirigidas contra el organismo invasor o su modo de acción, mediada generalmente por el ácido salicílico, que terminaría con la expresión de genes relacionados con la patogenicidad (PR) por todo el tejido vegetal.
  • SIR (Sistemic Induced Resistance o Resistencia Sistémica Inducida): En este caso, la inducción de la defensa puede estar generada por cepas no patogénicas (como Penicillium, Trichoderma y bacterias PGPR). A diferencia de SAR, se basa en las vías de transducción de señales activadas por ácido jasmónico y etileno.

 

Bioestimulantes y promotores de las defensas

Una de las maneras más rentables que encontramos para reducir los daños en nuestros cultivos consiste en estimular o activar las defensas naturales de las plantas. Al activar los sistemas de defensa de la planta, conseguimos que ésta minimice los daños causados por plagas y enfermedades, ya que reacciona de manera más rápida y vigorosa a esas situaciones de estrés.

Existen varias maneras de provocar esta respuesta en la planta, pero las más eficaces son la aplicación de productos bioestimulantes, que favorecen la aparición de estos mecanismos de resistencia; o la aplicación de productos biológicos, basados en cepas PGPR, hongos micorrícicos o Trichodermas, que de manera natural van a activar los mecanismos de defensa de nuestro cultivo.

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